Ayer mientras preparaba la comida empezaron a llegar mensajes de que en España se había ido la luz. Luego que si Portugal, Francia. Algunos, decían que hasta Bélgica. Finalmente resultó que sólo nuestros vecinos y pequeñas poblaciones cercanas a España en Francia sufrieron los efectos de la ideología medioambiental patria.
Hoy sigue habiendo zonas del país que siguen sin luz y, lo que es normal, hay servicios que van a tardar en restablecerse.
Con esto, como con casi todo, pienso que soy un vinagre de persona. En redes sociales, grupos de wassap veo que la gente se toma con calma, como si tener dos países sin luz durante más de diez horas fuese una anécdota. Al inicio entiendo el desconcierto, estar perdido. Según pasa el tiempo y sabes más, entiendo que intentes hacer algo normal pero, no sé, a mí ciertas escenas o imágenes que veo o narra la gente me dejan bastante mal cuerpo. ¿Por qué? Porque donde veis actitud cívica, yo veo sumisión, un pues “es lo que hay”, al menos tenemos bares y al vecino tocando la pandereta. Quizás, seguramente, el problema sea yo que espero más de todos y sobre todo de quienes mandan. Quizás sea yo, que por fin he alcanzado la madurez en cuanto a mi relación con el estado, y no vosotros
Al despertar mi tía decía que igual algún día sabremos qué pasó. En España está por ver, pero fuera ya tienen bastante claro las razones. Ver la explicación de Noah Jakob Rettberg (maquinista, físico y técnico de laboratorio) traducida del alemán:
El operador de red portugués ha indicado hasta ahora como causa probable las oscilaciones en las líneas eléctricas debidas a las condiciones meteorológicas, que provocaron el colapso de la red eléctrica.
El suministro eléctrico en España se encontraba en un estado muy frágil en el momento del corte de carga: el 70 % de la electricidad provenía de generadores que no cuentan con masas rotatorias sincronizadas con la red.
Las masas rotatorias sincronizadas con la red hacen referencia a las turbinas en centrales nucleares, de carbón, gas o hidroeléctricas, que impulsan los generadores de estas plantas. La velocidad de rotación de estas turbinas está sincronizada con la frecuencia de la red eléctrica.
La frecuencia de la red, por tanto, está acoplada a la energía de rotación de las turbinas.
Si la frecuencia disminuye, significa que la demanda en la red supera la potencia generada por las centrales conectadas.
En ese caso, la energía de rotación de las turbinas se convierte en electricidad que estabiliza la red.
Las válvulas de las turbinas responden a esto abriéndose más, para estabilizar el sistema.
Existe también el caso contrario: cuando hay exceso de energía en la red, esta se transforma en energía de rotación, y las válvulas se cierran para ajustarse a la nueva carga.
La energía rotatoria de las turbinas no es muy grande en comparación con el consumo total de la red, pero es suficiente para amortiguar picos de demanda o exceso de oferta hasta que las válvulas tengan tiempo de reaccionar.
Este principio de masas rotatorias sincronizadas con la red ha sido la base de nuestras redes eléctricas durante más de 100 años, y garantiza que en cada segundo se produzca tanta electricidad como la que se consume.
Desde hace dos décadas, en Europa se han construido enormes cantidades de generadores eléctricos que no tienen turbinas sincronizadas con la red, sino que producen corriente continua que se convierte en corriente alterna mediante inversores: energía eólica y solar.
Estos inversores pueden generar corriente alterna de manera muy convincente, pero no pueden reemplazar la función de las masas rotatorias sincronizadas con la red.
Cuanta más energía eólica y solar hay en la red, menos turbinas sincronizadas de plantas convencionales están disponibles.
Cuantas menos turbinas sincronizadas existen, menos masa rotatoria hay disponible como amortiguador para absorber las fluctuaciones instantáneas de carga.
Si no hay suficientes amortiguadores, incluso pequeñas fluctuaciones pueden hacer que la frecuencia de la red se desvíe demasiado del valor ideal de 50 Hz.
Ante esto, tanto los consumidores como los generadores responden desconectándose de la red para protegerse, lo que puede desencadenar un colapso en cascada.
Todavía no está claro qué fue exactamente lo que “hundió el barco” en España.
Pero sabemos que la red eléctrica española se encontraba en un estado muy volátil en el momento del colapso.
Además, no solo eso, si no que en otros países ha habido casos similares y, si, no está Sánchez pero la gestión de riesgos o incidentes de este tipo hace necesario aprender de otros. Pero Spain una different, you know, aquí esta semana hemos estado sacando pecho de funcionar con solo renovables cuando, según parece, es esta misma la causa del incidente. Es más, incluso España aparentemente ha estado rozando este mismo evento en las últimas semanas. Por lo tanto, lo que ha sucedido ayer es, posiblemente, evitable.
Lo que a mí me está quemando por dentro es que hace unos años cuando Austria amagó con un apagón se hizo burla de que esto no podía pasar en España. La burla, de los de siempre, claro. Hoy, algunos como Rufían borran sus tweets y otros dicen que, bueno, no ha habido caso así que para adelante.
Lo que también me está quemando por dentro es que nuestra clase política, ha supeditado el suministro eléctrico a la ideología y a lobbies gasísticos -como los alemanes, no sería sorprendente que alguno hubiese tenido alguna transferencia rusa como es el caso del hijo de González Porn- o a chantajes de terroristas -véase Lemoniz-. Tanto PSOE como PP son partidarios de tanto cerrar nucleares como de apostar sin miramientos por las renovables. Pues, si ese es el camino, entiendo que días como hoy serán más posibles según las nucleares se vayan cerrando y la dependencia de otras como la solar aumente.
Tras la pésima gestión de la pandemia, la DANA, hoy la gente vuelve a ver como lo único que se intenta hacer es controlar el relato. Tras seis horas de apagón lo único que sale a decir el presidente es que no hay luz -gracias, Sara- mientras el homólogo portugués ya había empezado a señalar a España -de la misma manera que ahora señalan que el mix energético español y la dependencia del mismo no es deseable-.
Hoy harán importante la anécdota, el reecontrarse con el vecino, el cielo estrellado, la vida bucólica del campo. Yo, lo que le pido a mi país y su gente, es que esta vez abran los ojos y se den cuenta de que el sendero por el que llevamos unos años yendo acaba en convertir eventos de cola en normalidad, por qué desde fuera es muy desolador ver que nadie da explicaciones, porque tampoco se piden, y sobre todo, nadie asume las consecuencias de nada.